Cuando se utiliza la expresión Las dos Españas, no son pocos a quienes la mente los lleva de inmediato a un escenario de confrontación y, más en concreto, a la desgraciada Guerra Civil que asoló el país y las vidas de muchos. También, y relacionado con este trágico período de la Historia, dicha expresión se emplea para dividir, y por tanto confrontar nuevamente, a la población en dos bandos: el de derechas y el de izquierdas.
Sin embargo, el sentido con el que en esta ocasión queremos abordar los términos Las dos Españas nada tiene que ver con los anteriormente expuestos, aunque a buen seguro causará cierta división, pero no por ello, y con el debido respeto, deja de mostrar una realidad que a continuación vamos a ejemplificar, pero que lamentablemente puede ser aplicada, en líneas generales, a esa clase política que pulula por las instituciones del Estado y que ignora la realidad que día a día vive y padece la ciudadanía a la que supuestamente sirven y representan, que se ve sometida a una continua humillación por parte de quienes parecen hacer alarde de su incapacidad, incompetencia, ignorancia y prepotencia.
Está claro que, al igual que parte de los medios de comunicación, viven en una burbuja, en una realidad paralela totalmente alejada de quienes con su sacrificio y esfuerzo luchan día a día para sacar al país de una dramática situación que, lejos de gestionar para tratar de aliviarla, sin duda han contribuido a agravarla.
Así las cosas, recientemente nos topábamos en una red social, en la cuenta de un usuario, con dos mensajes consecutivos -por lo que no ha sido necesario unir dos pantallazos desperdigados- que reflejan fielmente y con crudeza esas dos Españas, la de quienes viven en un mundo de sueños y fantasía, y la de la calle que éstos no pisan ni se atreven a pisar, la de la vida real que afecta a la inmensa mayoría de la población.
Mientras unos dicen sentirse orgullosos y presumen por el mundo adelante por cómo marcha la situación de la economía española, abogando por la subida de los salarios para paliar la inflación, otros barajan reducir al mínimo su actividad e incluso su cese. ¿Cómo se logra que los salarios suban si no hay actividad o ésta se encuentra bajo mínimos?
Con una larga lista de pymes y autónomos -la base del tejido productivo en España- al borde del precipicio, hay quienes los siguen viendo, de modo general, como malvados empresarios explotadores, de ahí que su ignorancia y sectarismo les lleve siempre a plantear el incremento salarial como solución al problema. Háganse la siguiente pregunta y reflexionen durante sólo unos minutos: ¿Cuántos de nuestros políticos han emprendido alguna vez, saben lo que es ser autónomo, han tenido que pagar las nóminas de sus trabajadores? ¿Cuántos de ellos podrían vivir sin la política? (El silencio es, a veces, la mejor respuesta).
La primera ficha del dominó cayó hace tiempo, y desde entonces la paulatina desaparición de pequeñas empresas y autónomos es incesante. Lo que algunos ni siquiera llegan a atisbar, es que este dominó en marcha se llevará también por delante a buena parte de la mediocre y miserable clase política española.