Come mierda vitaminada, Come mierda concentrada
Come mierda deliciosa, Come mierda y págala
Ya lo ves (ya lo ves), Ya lo ves (ya lo ves)
Controlamos tu seguridad
Come mierda con proteínas
Es el papeo del futuro.La Polla Records, ‘Come Mierda’
No sé si por fruto del azar o de vaya usted a saber qué... el caso es que recientemente aparecieron en ese vasto océano llamado Internet, donde la información, cada día que pasa, parece estar más intoxicada, restringida y censurada, dos palabras en inglés que conforman el título de un film estrenado en 1973, pasando a engrosar la lista de las denominadas películas de culto: Soylent Green. Está co-protagonizada por dos grandes estrellas de Hollywood, un Charlton Heston todavía en la mitad de su carrera artística, y un Edward G. Robinson en el ocaso de su fructífera y brillante carrera que, curiosamente, rodaría la que sería su última película, pues fallecería poco después. Cuenta también con un secundario de lujo como Chuck Connors, mientras en su dirección figura Richard Fleischer, con grandes éxitos en taquilla a sus espaldas. Y no debemos olvidar la efímera aparición de otro grande del celuloide, Joseph Cotten, convertido en William R. Simonson, un magnate arrepentido de haber vendido su alma. En las siguientes líneas pasaremos a comentar algunos e inquietantes aspectos del film, sin desvelar su verdadera incógnita, con el fin de no anular la curiosidad de quienes no la hayan visto y deseen hacerlo.
La trama se desarrolla en el Nueva York del año... 2022. Una ciudad superpoblada con 40 millones de habitantes, la mayoría de ellos viviendo hacinados en condiciones absolutamente precarias. Llama la atención cómo las escaleras de los edificios se han convertido, literalmente, en el único espacio vital de millones de estas personas, constituyendo una barrera de cuerpos hambrientos y sin esperanza que el detective Thorn, papel que encarna Heston, debe atravesar cada vez que abandona su hogar para ir a trabajar. Una ciudad donde los empleos, ya no es que escaseen -como el agua-, es que han pasado a ser un artículo de lujo o en extinción y cuya función es, sencillamente, servir a la pequeña élite que vive en edificios con ascensor, goza de agua caliente y aire acondionado -un calor insoportable parece haberse convertido en la única estación del año-, y se permite todavía adquirir de forma clandestina verduras frescas, e incluso carne de buey, que ha pasado a ser una auténtica joya, haciendo que el oro o los diamantes ya no tengan sentido en este mundo distópico, donde los toques de queda son el pan de cada día.
Mientras, la población basa su dieta en dos productos procesados cuyos ingredientes no queda muy claro cuáles son -en la novela en que se basa la película se trata de un concentrado de soja (soy, en inglés) y lentejas (lentils)-, y que son proporcionados por una gran corporación que controla su abastecimiento en buena parte del mundo. Se trata del Soylent Yellow y el Soylent Red, a los cuales se ha unido un tercero, el Soylent Green, que es promovido como algo novedoso y de gran valor por la radio y la televisión. Hablando de medios de comunicación y para comunicarse, no hay internet y Thorn, cada vez que está en la calle y necesita contactar con la central de policía, recurre a una llave que posee y con la que puede abrir unas cajas metálicas adosadas a la pared, dentro de las cuales se encuentra un teléfono inalámbrico.
Siempre te quedará la vuelta al Hogar...

Es tal el grado de miseria y deshumanización reinantes, que la vida se ha convertido en algo insoportable y sin esperanza, de ahí que quienes controlan los pocos recursos disponibles y, de este modo, las vidas y el destino de la masa, han puesto en marcha un centro de suicidio asistido donde disfrutar duante apenas 20 minutos de una realidad virtual antes de entrar en un sueño profundo, del que ya no se despertará. Este lugar es conocido como el Hogar, adónde Sol (E. G. Robinson), el ayudante de Thorn, y quien por su avanzada edad tuvo la suerte de conocer y vivir en una época anterior a la distópica actual, ha pensado en visitar en más de una ocasión. Cuando Sol habla a Thorn de lo maravillosa que un día fue la Tierra, éste, nacido ya en los tiempos del Soylent, siempre se muestra reticente ante sus comentarios sobre cómo era la vida antes.
Pese a que estamos hablando de una población de 40 millones, las sublevaciones y revueltas son radicalmente reprimidas mediante las fuerzas policiales, las cuales a parte de los agentes a pie de calle, se sirven de una especie de máquinas cargadoras con las que literalmente arremeten contra la masa, recogiendo individuos a montones, depositándolos en sus remolques, sin saber muy bien cuál será su destino.
Apartamentos con nevera, agua caliente, aire acondicionado... y concubina
Por otro lado, es curioso ver cómo se desenvuelve el escaso mercado de alquiler de viviendas, reservado tan sólo para una pequeña clase privilegiada. Los apartamentos se pueden alquilar con mobiliario ya incluido, entre el que se encuentra una especie de doncella, la cual si es finalmente aceptada por el nuevo inquilino, pasará a hacer no sólo las labores del hogar, sino que además deberá satisfacer sus necesidades sexuales cuando sea requerida. En la película dicho rol lo desempeña Shirl, personaje al que da vida la actriz Leigh Taylor-Young.
Como decíamos al principio, la película se estrenó en 1973, mientras la trama discurre en 2022, casi 50 años después... A simple vista parecería atrevido comparar el escenario descrito en este film con el tiempo presente... pero si afinamos un poco los sentidos, afloran ciertos detalles en absoluto nada paranoicos o conspiranoicos que siembran o, más bien, confirman cierto desasosiego en quienes valoramos la libertad del individuo y sus derechos fundamentales como bienes supremos. Ahí están los confinamientos; las leyes de eutanasia acompañadas de ciertos mensajes de que hay alguien -unos cuantos millones- que sobra, la promoción de dietas alimenticias a base productos sintéticos, procesados, de insectos... en definitiva, de sucedáneos; el incremento de las temperaturas -aquí no vamos a entrar en si el cambio climático se debe exclusivamente a la mano del hombre o a períodos geológicos, o a ambas cosas, pues es un tema lo suficientemente complejo de abordar y no es nuestro objetivo con este artículo-; con los medios represivos disponibles hoy en día, tanto desde el punto de vista tecnológico como social -medios de comunicación- es aparentemente fácil controlar cualquier revuelta o foco de disidencia.
A quienes manejan el sistema no les interesa la lógica, el razonamiento... y sí el fanatismo y el enfrentamiento
Y en cuanto a la ideología de género, sí, me dirán que el rol de la mujer en dicha película no encajaría en absoluto en la actualidad. Pero no se dejen engañar, pues aunque mediática y propagandísticamente vivimos tiempos que así parecen corroborarlo, la realidad, si se rasca un poco, sigue dejando patente que es el hombre quien sigue copando puestos estratégicos y de responsabilidad, pese a la artificialidad de medidas forzadas como la paridad. Y es que el hembrismo -entendido como extremo contrario al machismo- que hoy se predica desde gobiernos, medios de comunicación e instituciones académicas parece que poco o nada tiene que ver con el feminismo que ha venido luchando por la liberación y el reconocimiento de la mujer de forma individual y como parte de la sociedad. Sólo hay que echar un ojo a determinadas fotografías sobre reuniones de personas poderosas y ver cuántas de ellas son mujeres; de igual modo que formaciones políticas que parecen atribuírse en exclusiva la defensa de la mujer, actúan después de forma contradictoria a nivel interno... y externo cuando quienes son objeto de abusos no son de su cuerda ideológica. Los puestos de responsabilidad deberían ser desempeñados por personas en función de su capacidad, independientemente de su género. Lo cual parece lógico. Pero a quienes manejan el sistema no les interesa la lógica, el razonamiento... y sí el fanatismo y el enfrentamiento.
"Te quiero, Thorn. Y yo a ti, Sol".
Abandonar la senda de la deshumanización
Pero, quizás, lo más preocupante es el grado de deshumanización que vertiginosamente se está implantando en nuestra sociedad, donde el abuso de las llamadas nuevas tecnologías, unido a la paulatina desaparición en los currículos escolares de las Humanidades y la implantación de ideologías como la de género mediante el adoctrinamiento, están conformando más que una sociedad, una masa uniforme sin capacidad de análisis, de pensar por sí misma, dependiente y analfabeta, fácil de manipular y conducir hacia un falso hedonismo basado en el consumo de bienes, servicios y tecnología que gradualmente la enajenan de la realidad, edificando en torno a sí misma un mundo virtual, donde los valores intrínsicos al ser humano son poco a poco reemplazados por nuevos parámetros y conductas que anulan su esencia.
O detenemos esta hemorragia distópica en la que unos pocos, con la connivencia y servilismo de gobiernos títeres, nos están metiendo con calzador... o el destino nos acabará alcanzando. ¿Y cómo revertir esta caída a toda velocidad y sin frenos? De momento, negándonos a acatar y aceptar como normalidad lo que a todas luces hasta hace bien poco era anormal y contrario a la esencia del ser humano, además de no renunciar a seguir luchando y defendiendo la libertad del individuo.
Ellos cuentan con el poder de la fuerza y la manipulación, pero nosotros contamos con una pequeña pócima para resistir y que nos hace invencibles: el cerebro. Empieza a usarlo. Piensa por ti mismo. Crea tu propia agenda. Dirige tu propia vida. Sé dueño de tu propio destino.
La mentira es el alimento del odio. La verdad, el de la libertad.
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