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El «techo del mundo»

Himalaya Everest

La cima del Everest fue coronada por primera vez el 29 de mayo de 1953 por Edmund Hillary y Tenzing Norgay. [LPDS/Wombo Art]

La cadena montañosa del Himalaya se extiende entre los cursos de los ríos Indo y Brahmaputra, en una longitud de 2.400 km y con una anchura que oscila entre los 160 y 240 km. Constituye el reborde meridional de la meseta del Tíbet, limitado al norte por la cordillera del Kuenlun. Entre el Kuenlun y el Himalaya, en la extremidad occidental de la meseta del Tíbet, se encuentra el Karakorum.

En su conjunto estos sistemas montañosos constituyen la más importante región montañosa del mundo, la única que presenta varios picos con una altitud superior a los 8.000 metros. De ellos el más alto es el monte Everest (8.848 metros), el «techo del mundo».

El reconocimiento topográfico del Himalaya se inició en el cuarto decenio del siglo XIX, gracias a la labor del Servicio Topográfico Angloindio y de su director el inglés George Everest (1790-1866), que terminó los estudios generales del mismo en 1841. Por ello, en 1863 su nombre fue dado a la montaña más alta del mundo, cuya denominación tradicional es Chomolungma. Debía pasar, sin embargo, más de un siglo hasta que el ser humano pusiese el pie en su cima.

Primeros y trágicos intentos

Hacia finales del pasado siglo se organizaron expediciones al Himalaya; pero sólo en los años 1921 a 1924 dieron comienzo los auténticos asaltos al Everest, por parte de un grupo de alpinistas ingleses cuya figura más destacada era G. L. Mallory. La empresa terminó trágicamente con la muerte de Mallory y de su compañero de cordada A. C. Irvine, quienes salieron del último campamento el 6 de junio de 1924 para intentar el asalto final y no regresaron; resultaron infructuosos todos los intentos destinados a saber qué fue realmente de ellos.

Un día antes, otro miembro de la expedición, E. F. Norton, había alcanzado y superado los 8.500 metros de altitud pero se vio obligado a desistir a causa de una oftalmía producida por el reflejo del sol sobre la nieve; mantuvo su marca de altitud hasta el año 1952.

En 1933 otros tres alpinistas ingleses (P. Wyn Harris, L. R. Wager y J. L. Longland) alcanzaron a duras penas los 8.400 m, y en 1938 una tercera expedición no consiguió alcanzar ni tan sólo esta cota. La montaña parecía invencible. Además, la Segunda Guerra Mundial interrumpió las tentativas.

Annapurna, primera conquista sobre los 8.000 metros

Sin embargo, después de la guerra, el 3 de junio de 1950 hubo la primera victoria sobre un pico superior a los 8.000 metros. Los franceses Maurice Herzog y Louis Lachenal conquistaron el Annapurna (8.078 metros). Esta victoria levantó la moral de los alpinistas de todo el mundo y estimuló en gran manera las empresas que fueron sucediéndose en los siguientes años y que condujeron a la victoria final sobre la mayor cima del Himalaya y del mundo.

En 1952 dos expediciones, una suiza y otra rusa, intentaron de nuevo la conquista del Everest. El suizo Raymond Lambert, acompañado del sherpa Tenzing Norgay, batió por pocas decenas de metros la marca de Norton, pero no pudo alcanzar la cima. Por su parte, la expedición rusa terminó trágicamente.

La experiencia recogida por la expedición suiza, y en particular la de Tenzing, fueron las bases sobre las que se organizó la expedición británica, o mejor dicho, de la Commonwealth, correspondiente al año 1953, bajo la jefatura del coronel John Hunt, un veterano del Himalaya. Los ingleses perseguían, por obvias razones de prestigio, la conquista del Everest, y por ello la expedición fue organizada meticulosamente y con abundancia de medios.

Los alpinistas de Hunt se entrenaron en Suiza a partir de septiembre de 1952, y en febrero del año siguiente se establecieron en Katmandú, la capital de Nepal, pues la mejor época para las escaladas en el Himalaya es la de los meses de mayo y junio, o sea entre el final de las tempestades invernales y el comienzo del monzón de verano. En una marcha de 17 días, 350 sherpas y porteadores trasladaron al campamento base siete toneladas de material, necesario para el acondicionamiento de nueve campamentos intermedios situados estratégicamente entre el campamento base y la cima.

La organización era imponente, pero importa tener en cuenta que los ingleses buscaban no sólo alcanzar la cima, sino también conquistarla sin lamentar pérdidas humanas, y fue precisamente uno de los mayores éxitos de Hunt el haber dirigido la retirada y haber regresado a la patria con todos los miembros de la expedición sanos y salvos.

La escalada se desarrolló metódica y regularmente. El 26 de marzo fue instalado el primer campamento en las proximidades del monasterio budista de Thyangboche. Allí los expedicionarios permanecieron cierto tiempo con objeto de aclimatarse; realizaron diversas excursiones de entrenamiento y alcanzaron cotas de hasta 6.000 metros de altitud. Hacia mediados de abril el campamento fue instalado a 5.500 metros, y después a 6.400.

Hillary y Tenzing, al asalto definitivo

Himalaya Everest
[LPDS/Wombo Art]

Finalmente, el 14 de mayo los escaladores estaban dispuestos para el asalto final. Para este se preveían tres tentativas. La primera fue realizada por Charles Evans y Tom Bourdillon el 25 de mayo. Llegaron hasta el pico Sur, a 8.725 m de altitud, pero allí se encontraron escasos de oxígeno y, de acuerdo con las órdenes recibidas, emprendieron el regreso a la base. La segunda tentativa se efectuó el 29 de mayo, a cargo del neozelandés Edmund Hillary y el nepalés Tenzing (el mismo que un año antes había acompañado a Lambert). Fue la victoria.

Hillary y Tenzing partieron del noveno campamento a las seis y media de la mañana. Primeramente encontrar un nieve fresca, particularmente peligrosa, y después acusadas pendientes de hielo, en el que tuvieron que tallar escalones pacientemente. La mascarilla de oxígeno de Tenzing se obstruyó a causa de los cristales de hielo procedentes del vapor de agua de la respiración, y tuvo que ser desobstruida con gran cautela, pues a tan bajas temperaturas los más sólidos materiales se convierten en algo muy frágil. A las 11:30 los dos alpinistas, después de vencer una serie de cornisas y pasos difíciles alcanzaron la cima: un cono redondeado cubierto de nieve. Este momento histórico fue descrito así por Hillary:

Empezaba a acusar cierto cansancio. Llevábamos ya dos horas tallando escalones, y también Tenzing avanzaba muy lentamente. (...) De repente me di cuenta de que la arista por la que subíamos, en vez de continuar elevándose terminaba bruscamente. (...) Unos golpes finales con el piolet sobre la nieve endurecida, y nos encontramos en la cima» (de la obra de Hunt 'La conquista del Everest').

La noticia oficial de la conquista del Everest fue dada en Londres el 1 de junio de 1953, y coincidió con la coronación de la reina Isabel II. En años sucesivos la cima fue alcanzada por dos cordadas suizas, la compuesta por Ernst Schmidt y Jürg Karmet el 23 de mayo de 1956, y la formada por Adolf Reist y Hans Rudolf Von Gunten dos días después.

El 25 de mayo de 1960 el Everest fue alcanzado por primera vez por su cara norte; realizó la empresa, partiendo del Tíbet, una expedición china.

Un mes después de la victoria de Hillary y Tenzing, el 4 de julio de 1953, el pico llamado Nanga Parbat, de 8.125 m de altitud, fue escalado en solitario por el tirolés Hermann Buhl, miembro de una expedición austro-alemana. El Nanga Parbat, considerado la montaña más difícil del Himalaya, había costado en 60 años las vidas de 31 alpinistas, entre ellos el famoso escalador alemán Willy Welzembach, muerto en 1934.

K2, el segundo «techo del mundo»

La segunda cima del mundo, el K2 (8.611 m), en el Karakorum, fue escalada el 31 de julio de 1954 por una expedición del Club Alpino Italiano dirigida por el geólogo Ardito Desio. La cordada que alcanzó la cumbre estaba formada por Achille Compagnoni y Lino Lacedelli. Así como los ingleses habían acumulado gran cantidad de experiencias en sus diversas tentativas de asalto al Everest, los italianos tenían la tradición del K2, en el que se habían sucedido las tentativas de Luis Amadeo de Saboya, duque de los Abruzos (1909), de F. de Filippi (1913) y de Giotto Danielli (1930).

Himalaya Everest
[LPDS/Wombo Art]

El intento anterior a la expedición del Club Alpino Italiano había sido, en 1953, el de una expedición estadounidense dirigida por Charles S. Houston, en la que halló la muerte el geólogo Arthur K. Gilkey.

Aunque la expedición italiana debió lamentar la muerte de Mario Puchoz, un guía del Valle de Aosta, su victoria fue en esencia un éxito de organización y de competencia, tal como lo había sido la victoria inglesa de 1953 y, y general, todas las grandes empresas modernas.

El asalto final de Compagnoni y Lacedelli fue, sin embargo, más dramático que el de Hillary y Tenzing. Ante todo, la estación estaba ya muy avanzada, pues durante 40 días el mal tiempo había impedido cualquier intento. Además, el día en que partieron, a las 6:15 de la mañana, no ofrecía condiciones ideales, y el asalto fue decidido sólo porque era ya realmente la última oportunidad. Los dos alpinistas debían llevar consigo un equipaje de 19 kg de peso, gran parte del cual estaba constituido por los depósitos de oxígeno. Poco después de las diez éste se había ya agotado, pero los escaladores prosiguieron su marcha acomodándola a las posibilidades que ofrecía el respirar el aire enrarecido de las grandes alturas. Tenían que descansar cada tres o cuatro pasos, de tal modo que no pudieron coronar la cima hasta las seis de la tarde. Para poder hacer algunas fotografías, Compagnoni se quitó los guantes, y uno de éstos fue arrastrado por el fuerte viento.

El descenso se realizó en plena oscuridad, con la ayuda de las estrellas y de una pequeña lámpara de bolsillo, y a una temperatura de 40 grados bajo cero. Finalmente, a las once de la noche, los dos escaladores consiguieron alcanzar el campamento donde les esperaban sus compañeros. La empresa había acabado bien, pero los dos expedicionarios sufrieron un principio de congelación, del que se repusieron finalmente en Italia después de larga cura.

 

[Fuente: VVAA (1978). Empresas en el Himalaya. En Maravillas del Saber. Consultor didáctico (Tomo III, pp. 73-75). Milán, Italia: Editrice Europea di Cultura]