En el transcurso de los años en los que Charles August Lindbergh preparaba su vuelo a través del Atlántico, en Italia un destacado técnico en aeronáutica, el general Umberto Nobile, concentraba sus esfuerzos en otro aspecto de la navegación aérea: el dirigible; ya un año antes del vuelo de Lindbergh había obtenido un gran éxito al sobrevolar el Polo Norte, al frente del dirigible Norge, acompañado de Amundsen.
Umberto Nobile había nacido en 1885 en Avelino; después de obtener el doctorado en ingeniería, había ocupado, durante la Primera Guerra Mundial, el cargo de director de la factoría de Construcciones Aeronáuticas de Roma, y había ingresado después en el cuerpo militar de ingenieros aeronáuticos. Con el grado de general, sus proyectos y expediciones habían centrado sobre él la atención del país, que después de superar los más importantes daños causados por el conflicto militar de la primera guerra europea, y en el breve período de expansión que precedió a la crisis económica de 1929, se había entregado, al igual que los restantes países de Europa, al desarrollo de la técnica y la industrialización.
Es en este ambiente donde hay que situar los proyectos para una segunda expedición polar, la que realizaría el dirigible Italia en 1928. El vuelo del Norge había constituido en su conjunto, un gran éxito: preparado con gran cuidado y conducido con regularidad, se desarrolló sin incidentes importantes, lo cual parecía confirmar la pericia de su comandante y, aparentemente, las posibilidades del medio empleado. Hombre de ciencia y experimentado, y también audaz piloto, Nobile público en aquellos años diversos escritos destinados a extraer las lecciones de las experiencias realizadas hasta entonces: Alcuni primi risultati di collaudo dell'aeronave n. 1; Prove di ormeggio funicolare per dirigibili; Il volo transpolare; Sistema «Nobile» per atterramento ed ammaramento meccanico di aeronavi.
La nueva expedición al Polo Norte, proyectada como empresa enteramente italiana, abarcaba un programa particularmente ambicioso. Partiendo de Milán el Italia debía cubrir, en una primera etapa, el trayecto hasta la bahía del Rey, en las islas Spitzberg (Spitsbergen, Svalbard); desde allí debía navegar hasta las desoladas islas de Zembla Septentrional (Tierra del Norte), al norte de la península de Taimyr; realizaría después uno o dos vuelos sobre el polo para poder explorar la parte del casquete Ártico que se extiende al norte de Groenlandia y que prácticamente estaba todavía por explorar. Se trataba sin duda de un plan de exploraciones muy completo. A diferencia de otros vuelos precedentes, el dirigible italiano huiría de rápidas y superficiales observaciones y desarrollaría un auténtico programa de estudios con el fin de aprovechar al máximo el medio aéreo para sistemáticas y prolongadas exploraciones. Mirado desde esta perspectiva y con independencia de los resultados alcanzados, el viaje polar de Nobile y sus compañeros revela, sin duda alguna, un carácter atrevido e innovador.
Habiendo partido el 15 de abril de 1928, la aeronave cumplió en tres semanas el programa establecido hasta llegar a la bahía del Rey. Gracias a su velocidad, de 100 km por hora, las primeras exploraciones, realizadas los días 11 y 14 de mayo, alcanzaron un positivo éxito. Del mal tiempo, el dirigible Italia había sabido superar brillantemente las dificultades. Pero en su tercer intento, el 25 de mayo, fue víctima de un grave percance: alcanzado por un violento huracán, el dirigible empezó a escorar; acaso por volar a baja altura, fue arrastrado por el viento y precipitado hasta chocar contra los atormentados hielos de la banquisa.
El telegrafista Biagi empezó a lanzar desesperadas llamadas de socorro, pero hasta primeros de junio éstas no fueron captadas por un radioaficionado soviético; pasaron todavía algunos días hasta que el navío de apoyo Ciudad de Milán no las recogiese y empezase a organizar las operaciones de salvamento. Entretanto, y calculando los náufragos que no se hallaban muy lejos de alguna región habitada, tres miembros de la expedición (Mariano, Zappi y el científico sueco Malmgren) decidieron aventurarse a pie para intentar alcanzar la tierra firme. Emprendieron la marcha después de la muerte de otro de los miembros de la tripulación, llamado Pamella, y tras constatar que Nobile y su ayudante Cecioni, gravemente heridos, se hallaban totalmente incapacitados para moverse.
Accidente mortal de Amundsen durante el rescate
Sólo Mariano y Zappi, y aún en extremo estado de agotamiento, tuvieron la suerte de encontrar al rompehielos soviético Krassin, que había iniciado las tareas de salvamento de los supervivientes; en cuanto al sueco Malmgren, que había partido en pésimas condiciones físicas, no resistió la fatiga y murió durante la penosa marcha. En socorro de Nobile acudió también Amundsen a bordo de un avión, pero pereció a su vez el 18 de junio, víctima de un accidente.
Un nuevo intento de salvamento, con mejor resultado, fue llevado a cabo por el piloto sueco Einar Lundborg, quien el 23 de junio pudo aterrizar en las proximidades de La tienda roja y despegar poco después, llevando a bordo a Nobile. Pero luego, cuando intentaba repetir su hazaña para rescatar a los náufragos uno a uno, tuvo un accidente en el aterrizaje y quedó él también como náufrago junto a los que intentaba salvar. Afortunadamente éstos habían podido ser abastecidos de víveres y otros artículos de primerísima necesidad, y así pudieron esperar la llegada de los rompehielos soviéticos Krassin y Malygin, los cuales completaron las tareas de salvamento. En conjunto la expedición arrojaba un balance de 14 víctimas, entre miembros de la tripulación y de las expediciones de socorro.
Los ecos de esta polémica no están todavía completamente apagados. Independientemente de los errores que Nobile hubiese podido cometer, es necesario reconocer que él era el más adecuado para tal empresa: había pocos que le superasen en la tarea de guiar un dirigible y que mejor conociesen las características de estas aeronaves. Era acaso el único medio de transporte que, por su tamaño y baja velocidad, ofrecía la adecuada resistencia a los vientos impetuosos de las regiones árticas.
Es justo recordar también que en el juicio de Nobile intervinieron factores ajenos a la misma empresa, como por ejemplo rivalidades e intrigas políticas, pues Nobile, durante sus expediciones al Ártico, haría establecido buenas relaciones con miembros del Gobierno y con científicos soviéticos; tales contactos, dado el carácter del gobierno que entonces había en Italia, fueron acaso uno de los motivos no confesados para atacarle de modo no siempre ecuánime.
Fragmentos de la película The Red Tent/La Tenda Rossa (1969), con banda sonora de Ennio Morricone.
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[Fuente: VVAA (1978). La tienda roja. En Maravillas del Saber. Consultor didáctico (Tomo III, pp. 65-67). Milán, Italia: Editrice Europea di Cultura]