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Glyndwr Michael: ¿El hombre que nunca existió?

Operación Mincemeat

[Imagen: LPDS/Wombo Art]

Imagina que eres un pescador que habitualmente sales en tu pequeña embarcación a ganarte el jornal, y un buen día, tras regresar a tierra, alguien te pregunta: «¿Qué, como ha ido la cosa hoy, ha caído algo grande?», y entonces tú respondes: «grande como una persona... un cadáver». La cara de asombro, de perplejidad, de pánico, de quien preguntó podría ser similar a la tuya cuando en el mar te topaste con tan extraña pieza. A buen seguro que esta conversación nunca tuvo lugar —o sí, quién sabe si en otros términos pero con una idea similar— en la historia que vamos a contar, pero lo que sí fue real y no producto de su imaginación fue lo que el 30 de abril de 1943 el pescador José Antonio Rey María se encontró a primera hora de la mañana flotando en las aguas marinas de una playa en Punta Umbría (Huelva).

Entrevista a José Antonio Rey María. Programa Los Reporteros de Canal Sur TV (1993).

Un cadáver, un maletín y una falsa identidad

Sin saberlo, su trágico hallazgo, un cuerpo sin vida con un misterioso maletín encadenado a una de sus muñecas, formaba parte de la Operación Mincemeat (Carne picada o picadillo), una estratagema llevada a cabo por el bando aliado durante la II Guerra Mundial que tenía como objetivo hacer creer a los nazis que el avance hacia el centro de Europa, una vez éstos habían sido derrotados en el norte de África, se haría a través de Cerdeña y Grecia, y no desde el verdadero trampolín para desplegar la invasión: Sicilia.

Por otro lado, en aquel tiempo España, si bien exhibía ante el mundo su neutralidad desde el punto de vista de una participación explícita del lado de las llamadas potencias del Eje —Alemania, Italia y Japón—, permitía a los nazis utilizar su territorio geoestratégicamente, así como explotar sus recursos materiales con destino, por ejemplo, a su maquinaria bélica. La Península contaba, por tanto, con nutrida presencia de oficiales y espías del Tercer Reich, lo cual sin duda la favorecía como enclave crítico de la farsa, es decir, el lugar idóneo donde hacer aparecer el cadáver del Mayor William Martin, del Cuerpo de Marines Reales del Reino Unido, identidad falsa creada para la ocasión, flotando en aguas de la costa onubense luego de un supuesto y fatídico accidente aéreo.

«Se han tragado el picadillo entero»

Una vez descubierto, sería tan sólo cuestión de horas que no sólo la noticia llegase a oídos del bando alemán, sino que tampoco tardarían demasiado en hacerse con los documentos cebo, picando así en el anzuelo preparado por su enemigo. Tal y como rezaba el mensaje cifrado desde el servicio británico de Inteligencia al primer ministro, Winston Churchill: «Mincemeat Swallowed Whole» («Se han tragado el picadillo entero»), el plan había salido según lo previsto.

Punta Umbría Huelva
Vista costera de Punta Umbría en la actualidad. [Foto: A. Alvarez/LPDS]
Todo había sido meticulosamente planificado por la Inteligencia británica, dotando al Mayor Martin de un pasado personal y una trayectoria militar, todo ello perfectamente documentado, que no arrojaran dudas o sospecha alguna sobre su verdadera identidad. ¿Y cuál era precisamente la verdadera identidad del falso William Martin? Pues quien presuntamente fue rescatado en las costas del suroeste de España tenía nombre y apellido: Glyndwr Michael, un vagabundo galés de 34 años que había fallecido por la ingesta de veneno para ratas, y cuyo cadáver había sido convenientemente congelado, antes de su partida desde el Reino Unido en el submarino HMS Seraph con destino a las costas de Huelva, donde sería depositado en el mar con un chaleco salvavidas. El entierro del falso William Martin tuvo lugar en días posteriores a su hallazgo como parte del plan, descansando sus restos a día de hoy en el cementerio de Huelva.

Vida desgraciada, héroe después de muerto

Según el periodista y escritor Ben Macintyre, autor del libro Operation Mincemeat: The True Spy Story that Changed the Course of World War II (Operación Carne Picada: la verdadera historia de espías que cambió el curso de la II Guerra Mundial), «Glyndwr Michael es posiblemente el héroe más improbable de toda la Segunda Guerra Mundial». El autor cuenta como se vio obligado a trasladarse de Gales a Londres con el fin de escapar de la miseria provocada por la Gran Depresión tras el Crack bursátil de 1929. Una situación extrema que incluso había llevado a su padre a suicidarse tras la falta de trabajo en las minas. Aunque el informe forense concluyera que Glyndwr Michael habría seguido idéntico final a su vida al revelar su autopsia la ingesta de matarratas, Macintyre, más que a la posibilidad de quitarse la vida, lo atribuye a que por error, y al estar hambriento, hubiese podido comer pan envenenado con raticida.

De la Operación Mincemeat se han realizado varios documentales e incluso ha sido llevada a la gran pantalla. Aunque recientemente, en 2020, se estrenó una película al respecto, el primer film sobre este suceso histórico data de 1956, The Man Who Never Was (El hombre que nunca existió). Título tomado del libro homónimo en el que está basada y que había escrito tres años antes, una década después de dicha operación, uno de sus cerebros; el entonces oficial de inteligencia naval, Ewen Montagu.

 

La explosión del HMS Dasher y las órdenes de última hora al HMS Seraph

Operación Mincemeat William Martin
Imagen del supuesto cadáver utilizado para crear la falsa identidad del Mayor William Martin, recogida en el libro The Man Who Never Was, de Ewen Montagu.

La verdadera identidad de William Martin sigue siendo en la actualidad foco de discusión tanto para investigadores como para curiosos sobre el asunto, siendo varias las hipótesis al respecto. Así, por ejemplo, en el libro The Secrets of HMS Dasher (Los secretos del HMS Dasher) de John y Noreen Steele, se apunta una de ellas. El HMS Dasher fue un portaaviones de la Marina Real británica que el 27 de marzo de 1943, apenas un mes antes de que el cadáver del falso William Martin apareciese flotando en Punta Umbría, sufrió una explosión en circunstancias misteriosas y que supuso la pérdida de 379 vidas; y es aquí donde los autores sostienen que el número de cuerpos recuperados oficialmente fue mayor que el de los enterrados por la Commonwealth War Graves Commission. Y de esa diferencia es de donde creen que procede el cadáver empleado para dar vida al Mayor Martin, quien según ellos podría ser el del Sub-Teniente John McFarlane, cuyo padre había requerido su cuerpo para un entierro privado, siendo dicha solicitud rechazada. Además, otro elemento en el que apoyan esta teoría sería el testimonio del almirante Norman Jewell, quien según ellos, siendo en aquel entonces un joven teniente al mando del Seraph —el submarino que trasladaría al falso William Martin a España había recibido órdenes de última hora de navegar hasta Holy Loch, a sólo ocho millas de donde se hundió el Dasher.

Otra de las hipótesis se asienta sobre una carta al Daily Telegraph publicada el 13 de agosto de 2002. En ella, un tal Sr. Ivor Leverton, propietario de una conocida empresa de pompas fúnebres, cuenta cómo hacía unos sesenta años, el forense de St Pancras le había ordenado, en secreto y a la una de la madrugada, que trasladara un cadáver del depósito local al de Hackney, añadiendo que se trataba de un cuerpo que medía seis pies y cuatro pulgadas (1,93 m). Sin embargo, hay quien se pregunta al respecto si un cuerpo de una altura tan poco usual, y más en aquella época, habría sido seleccionado para tal misión. Es curioso, en cualquier caso, observar cómo el cadáver de la fotografía superior de la izquierda parece corresponder con el de una persona de estatura más alta que la media.

«El permiso para usar el cuerpo se obtuvo con la condición de que nunca se supiese de quién era»

Montagu falleció en 1985, llevándose quizás a la tumba el secreto sobre la verdadera identidad de William Martin. Sí, al menos, en su libro nos dejó lo siguiente sobre ese hombre que nunca existió, pero que gracias a él el bando aliado pudo dar un paso de gigante hacia la victoria en la II Guerra Mundial:

Por fin (...) supimos de alguien que acababa de morir de neumonía: patológicamente hablando, parecía que podría cuadrar con nuestros requisitos. Hicimos averiguaciones exhaustivas sobre su pasado y sobre sus parientes; pronto nos convencimos de que estos no hablarían ni pasarían la información que nosotros podíamos darles. Pero aún quedaba la pregunta crucial: ¿podríamos obtener el permiso para usar el cuerpo sin decir qué nos proponíamos hacer con él y por qué? Todo lo que podíamos decirle a alguien era que podíamos garantizar que el propósito valdría la pena, ya que cualquier cosa que se hiciera sería con la aprobación del más alto nivel, y que los restos finalmente recibirían un entierro adecuado, aunque con un nombre falso. El permiso, por el cual nuestra deuda es grande, se obtuvo con la condición de que nunca debería permitir que se supiera de quién era el cadáver.

Operación Mincemeat Ewen Montagu
Imagen de Ewen Montagu recogida en su libro 'The Man Who Never Was'.
Por lo tanto, debe ser suficiente para mí decir que el cuerpo era el de un hombre joven de unos treinta años. No había estado en muy buena forma física durante algún tiempo antes de su muerte, pero podríamos aceptar eso porque, como le dije a un oficial superior que cuestionó el punto, «no tiene que parecer un oficial, sólo un oficial más del Estado Mayor».

Para asegurarme, tuve otra charla con Sir Bernard Spilsbury. Él estaba bastante satisfecho: la neumonía era una ayuda, porque tendería a haber algo de líquido en los pulmones, como bien podría ser el caso de un hombre que hubiese muerto mientras flotaba en un mar agitado. Si una autopsia la hacía alguien que se había formado la idea preconcebida de que la muerte probablemente se debió al ahogamiento, era poco probable que se notara la diferencia entre este líquido, en los pulmones que habían comenzado a descomponerse, y el agua de mar. Sir Bernard cerró nuestra charla con la típica afirmación seguro de sí mismo: «No tiene nada que temer de una autopsia en España; para detectar que este joven no había muerto después de que un avión se perdiera en el mar necesitaría un patólogo de mi experiencia, y allí no hay ninguno».

Así que dispusimos que el cuerpo se mantuviera en una cámara frigorífica adecuada hasta que todo estuviese listo.

 

 

[Fuentes:
Ewen Montagu (1954). The Man Who Never Was. Filadelfia y Nueva York, Estados Unidos: J. B. Lippincott Company
J. M. Sadurní. "La Operación Mincemeat en la Segunda Guerra Mundial". National Geographic, 29 Octubre 2022, https://historia.nationalgeographic.com.es/a/operacion-mincemeat-segunda-guerra-mundial_15257
"Operation Mincemeat: The man who never was". The History Press, 29 Octubre 2022, https://www.thehistorypress.co.uk/articles/operation-mincemeat-the-man-who-never-was/
Neil Prior. "El vagabundo que se convirtió en el 'más improbable' héroe de la Segunda Guerra Mundial… aunque estaba muerto". BBC News, 29 Octubre 2022, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-61165871]