Si bien durante prácticamente toda la segunda mitad del siglo XX la Historia oficial apenas arrojó dudas sobre su presunto suicidio, al tiempo que trataba de meras elucubraciones de conspiranoicos toda alternativa -algunas, eso sí, de los más disparatadas, otras en cambio rigurosas y documentadas- a la versión global, social y académicamente más extendida y aceptada. Sin embargo, y especialmente en las dos últimas décadas, han sido cuantiosas las investigaciones y publicaciones que sugieren, e incluso algunas aseguran, que los restos de los cuerpos incinerados en la Cancillería del Reich en Berlín el 30 de abril de 1945 no podían ser ni los de Adolf Hitler ni los de su pareja Eva Braun, quienes presuntamente se habían suicidado ese mismo día; el primero mediante un disparo de arma de fuego y la segunda mediante la ingesta de cianuro.
Y es que son varios los historiadores, escritores e investigadores que sostienen que no sólo ni el Führer ni su compañera se suicidaron, sino que huyeron de Berlín en avión, sumergiéndose posteriormente a bordo de un submarino con el que alcanzarían la costa de la Patagonia argentina, donde les aguardaba un séquito de fieles al III Reich asentados en ese país y en otros del continente sudamericano.

Como decimos, son innumerables las historias de todo tipo que rodean las enigmáticas muerte o vida que puedo tener Hitler tras la caída de Berlín. Y cada día aparecen nuevas y sorprendentes detalles en torno a su figura. Como los que el pasado 29 de enero de 2023 se desvelaban en el programa radiofónico Espacio en Blanco, donde el Doctor en Historia A. Javier Nicolás, profundo conocedor de la Ahnenerbe, realizaba unas manifestaciones sobre la existencia de un sacerdote ortodoxo que actualmente reside en Croacia y que, tras lograr dar con su paradero y entrevistarlo, dicho cura le aseguró tener un cuadro pintado por el propio dictador alemán durante el viaje que supuestamente realizó en submarino desde España hasta la Patagonia. Nicolás asegura que el sacerdote, que habla perfectamente español luego de haber ejercido durante años en Argentina, no sólo le mostró dicha obra pictórica -la cual pudo fotografiar-, sino que incluso le reveló que conoció a las dos hijas que habrían tenido Hitler y Braun, añadiendo que era sabedor de la localización tanto de las tumbas de la pareja como de una de sus hijas, pues la otra todavía se encontraba viva y, siendo su confesor, fue la que le habría regalado dicho cuadro; un retrato al óleo de un hombre desolado, según afirmó el propio historiador.