En el artículo Las Grandes Ausencias del documental The Big Reset Movie, obra de la filóloga Carme Jiménez Huertas y la periodista Alícia Ninou, el cual bien merece una lectura para, entre otros aspectos, comprender el poder de la comunicación/manipulación y sus efectos sobre el individuo, se incluye hacia la mitad del mismo un auténtico pildorazo. Se trata de un pequeño pero demoledor extracto del libro Tu salud en tus manos. Cómo estar sano a pesar de la "ciencia médica", del doctor Patrick Quanten y la antes mencionada Alícia Ninou, donde el propio médico, en relación con la posible alteración del ADN mediante la intervención humana, afirma lo siguiente:
«Cualquier cambio en la biología de un organismo viene dado por una interacción entre la información del entorno y la reacción de ese organismo –de manera individual– a esa información. Por lo tanto, el efecto final dentro de cualquier organismo es siempre una manifestación del propio organismo, instigado por la información del entorno. Así que la conclusión es que no puede producirse ningún cambio en ningún organismo que él mismo no haya creado. Por tanto, la vacuna no puede alterar el ADN celular.
Aunque, debo añadir ahora, que el ADN de las células sí que puede ser alterado. Pero no a través de medios físicos, como pueda ser inyectando una estructura proteínica en el organismo. Como toda alteración la hace el propio organismo, el estado mental del individuo es lo que determina su estructura física y su función. Así que es la narrativa lo que alterará la mente de las personas, y esta, a su vez, podrá alterar su ADN.
En definitiva, es la propaganda mediática la que altera nuestro ADN, pero solo si permitimos que gobierne nuestra mente. En cualquier caso, utilizar el término “transgénico” en relación con el ser humano no tiene ningún sentido, ya que por ahora ¡nadie ha desarrollado ninguna técnica para incorporar un trozo de ADN artificial en cada una de las células de todo el cuerpo humano! Introducir el mismo trozo artificial en 70 billones de células a la vez no es algo a lo que la ciencia se haya acercado, ni mucho menos. Por eso lo están haciendo “a la manera fácil”, o sea, a través de un proceso de cambio de la mente, o programación mental.»
De acuerdo con el artículo de Huertas y Ninou, el verdadero objetivo de instalar en la sociedad la teoría o corriente de opinión de que no sólo el ADN puede ser alterado en un laboratorio, sino que también puede hacerse a través de inoculaciones en el cuerpo humano, es precisamente «programar nuestra mente para que nos creamos que el ADN celular es programable, y que ellos tienen la capacidad de hacerlo. (...) ¡Así podría darse la paradoja de que la única manera de poder modificar nuestro ADN fuera, precisamente, que nosotros creyéramos que pueden hacerlo! ¿Os dais cuenta?»
«El ADN se alterará cuando percibas algo como una amenaza sustancial»
En otro interesante y revelador artículo escrito por Patrick Quanten, el médico indica lo siguiente:
¿Qué es lo que altera el ADN? El ADN registra la mejor manera propuesta de responder a los peligros percibidos que amenazan la vida. Entonces, cualquier cosa que creas que estás enfrentando y cómo responder ante ello quedará registrado en el ADN. En otras palabras, el ADN se alterará cuando percibas algo como una amenaza sustancial. Por ejemplo, si vives en un mundo donde crees que un enemigo invisible podría matarte, necesitas desarrollar una estrategia sobre cómo lidiar con esto. Si luego crees que una inyección específica "solucionará" el problema, entonces, después de haber recibido la inyección, puedes percibir que la amenaza propuesta ha sido eliminada. Si ese es el caso, tu ADN reescribirá su código. Luego, lo que provoca los cambios en el ADN es cómo crees que son las circunstancias que rodean tu vida. No lo que inyectan en tu sangre, sino la idea, la creencia que insertan en tu cerebro es la fuerza impulsora detrás del cambio percibido.
No te hagas ilusiones: puedes usar la terapia génica para cualquier cosa que creas que mejorará tu vida y aún así enfermarte. La sencilla razón de esto es que el ADN no es responsable del funcionamiento diario del organismo, pero sí lo es la percepción del mundo que te rodea. Es cómo percibes tu mundo lo que determinará tu reacción ante ese mundo, tu comportamiento, que se expresará en cómo de bien tu mundo interior, tu estructura básica, puede hacer frente a tu percepción del entorno, puede hacer los ajustes necesarios para mantenerse vivo.
Vivir en circunstancias naturales -la vida está determinada por el flujo natural- enfrenta tu sistema con la realidad de lo que verdaderamente significa la vida. Responder a estas circunstancias te proporciona formas de sobrevivir en el mundo real.
Vivir en circunstancias distintas a las naturales enfrenta a tu sistema con circunstancias no reales, que encierran en él muchos peligros artificiales, no reales. Responder a estas circunstancias te proporciona formas de sobrevivir a peligros que no significan nada para el sistema natural que tenemos. Estos patrones de reacción aprendidos alterarán las respuestas efectivas a los peligros reales y las volverán inadecuadas e ineficaces. Vivir en un mundo no real, en un mundo virtual, te hará más vulnerable a no poder sobrevivir, ya que el mundo real, el mundo de la naturaleza, no va a desaparecer y guía toda la vida en este planeta.
Tu ADN es necesario para convertirte en un ser humano.
Tu percepción del mundo en el que vives, no tu ADN, determina cómo logras vivir en él.
¿Comprenden por qué ante el brutal y gradual ataque desatado hace no pocas décadas* contra la esencia y los valores del ser humano, la mayor parte de la población apenas reacciona y trata de seguir con su rutina como si nada terriblemente grave estuviese ocurriendo? Esos patrones de reacción aprendidos ante peligros artificiales estarían provocando nuestra apatía e inmovilidad ante los reales, destinando a aquellos nuestras energías. Por eso al principio de este artículo hemos mencionado el poder de la comunicación, con sus técnicas de manipulación y sus perversos y alienantes efectos sobre el individuo.
Como reconociera el cantante Prince en 1999: «Se está librando una guerra, el campo de batalla está en la mente y la recompensa es el alma».
(*) Si bien desde finales de 2019 se ha intensificado brutalmente el programado proceso hacia la deshumanización, éste puso su primera piedra el 23 de diciembre de 1913 con la promulgación de la Ley de la Reserva Federal en los Estados Unidos. El actual grado de sofisticación tecnológica, con la inteligencia artificial como ídolo de una nueva era, hace cada vez más prescindible -en el amplio sentido de la palabra- la mano de obra para una plutocracia psicópata que se considera dueña del planeta, sus recursos y sus habitantes -meros avales de la deuda de los Estados-Corporación-, a quienes les sigue sin temblar el pulso a la hora de combinar y emplear todo tipo de técnicas criminales -guerras, golpes de estado, crisis económicas, ingeniería social, terrorismo de falsa bandera, mediático...- para seguir manteniendo bajo control al rebaño humano mientras sientan las bases de un nuevo paradigma político, social, económico y cultural. Cambia el modelo, pero no la cerca, el vallado. La solución no está en votar o quemar las calles. Es, aparentemente, más sencilla. Se trata de un verdadero acto revolucionario e individual: pensar por nosotros mismos. Sólo así podremos empezar a desprogramar de nuestra mente los peligros artificiales implantados en ella y, como dice el Dr. Quanten, iniciar el camino por el mundo real, el mundo de la naturaleza, un mundo que «no va a desaparecer y guía toda la vida en este planeta».