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El Candidato Hope

Orson Welles en 'Ciudadano Kane',

Orson Welles en 'Ciudadano Kane', obra maestra del cine. "No creo que mi carrera artística sea algo tan valioso que deba anteponerse a mis convicciones", llegó a decir el legendario actor y director estadounidense que vivió enamorado de España, donde fueron esparcidas sus cenizas. [Foto: RKO Radio Pictures, still photographer Alexander Kahle, Public domain, via Wikimedia Commons]

Se acercaban las elecciones y en el bar del pueblo apenas había hueco para hablar de otra cosa. Incluso el fútbol, que monopolizaba las conversaciones entre aquellas cuatro paredes, había pasado a un segundo plano. Con la campaña ya en su recta final, todos tenían claro a favor de quién, o mejor dicho, a quién no votarían. Pronunciarse en las urnas, más que para refrendar una buena gestión, servía para inclinarse por el partido menos malo. “Todos son unos ladrones, pero unos roban menos que otros”, solían argumentar. El Candidato Hope era su esperanza.

Quizás los habitantes de aquel lejano pueblo no eran sino un desgraciado, pero fiel reflejo, de la mediocre clase política que colocaban al frente de las instituciones. ¿Era justo exigir a los demás aquello de lo que carecían? ¿Acaso ciudadanos sin honradez, sin honestidad, pretendían contar con representantes honrados y honestos?

Cada cuatro años se daba una y otra vez la misma frustración, no entendían por qué no acababa de aparecer alguien que, aparte de repetirles lo que querían escuchar, sería el látigo de la corrupción y los corruptos. Ansiaban un coche nuevo y reluciente, pero habrían de conformarse con el mismo de siempre, viejo y mugriento, cuya carrocería, eso sí, cambiaba de color tras las elecciones. Y a veces ni eso.

De repente, los ya hipnotizados ante la televisión hicieron un esfuerzo por abandonar su estado hipnagógico, mientras el resto se giraba hacia ella como un resorte. Un busto parlante anunciaba una inesperada noticia de última hora.

"El candidato del PRD, Partido por la Regeneración Democrática, al que todas las encuestas sitúan como el único capaz de romper la alternancia en el poder de conservadores y liberales durante las últimas décadas, ha anunciado que abandona la escena política. Esta decisión la ha dado a conocer durante el mitin que esta tarde daba ante miles de simpatizantes en la capitalina Plaza de los Incautos. El candidato Hope inició su escueto discurso con unas enigmáticas palabras, en las que… Creo que nuestros compañeros están ya en condiciones de ofrecernos las primeras imágenes…"

Todas las miradas se concentraron en el candidato Hope:

"Ni yo ni el partido al que represento podremos regenerar jamás algo que no existe. No somos sino aspirantes a participar de la degenerada oligarquía de partidos, esa democracia disfrazada en la que vivimos".

El noticiero mostraría también las primeras reacciones de los candidatos rivales ante la inesperada renuncia de su colega.

El Candidato Hope
Sentados en la barra de un bar, bebiendo para olvidar... [Foto: cottonbro/Pexels]
Mike y Ted estaban sentados, como de costumbre, en sendos taburetes junto a la barra. Pidieron un par de cervezas.

- Mike, ¿pero qué tontería es esa de que el candidato Hope tira la toalla porque aquí nunca ha habido democracia? ¿pero qué narices es esa anarquía, orgía de partidos?
- Oligarquía, ha dicho oligarquía de partidos, Ted. Claro que el término orgía tampoco le va mal.
- ¡Será capullo, él era nuestra única esperanza! Oligarquía de partidos dice…
- ¿Sabes lo que es?

Molesto por la pregunta, Ted miró fijamente a Mike, pero no dijo nada. Fruto de un arraigado complejo de inferioridad en la mayor parte de sus gentes, en aquel pueblo la ignorancia era sinónimo de humillación; no hacía falta ser una lumbrera, sólo saber un poco más que el vecino bastaba para convertirse automáticamente en un engreído maltratador intelectual. Pero el ansia de conocimiento de Ted, reprimida para no señalarse, afloraba cuando conversaba con su amigo Mike. Ted era diferente. Mike lo sabía. Incluso el propio Ted, en su interior, era consciente de ello.

- Mira Ted, en una democracia, el pueblo es soberano. Sin embargo, la soberanía de nuestro pueblo ha sido usurpada por los partidos políticos. Democracia significa ‘el poder del pueblo’, mientras oligarquía quiere decir ‘el poder de unos pocos’. Esos pocos, en concreto dos partidos, se vienen repartiendo el poder alternativamente tras instaurar un perverso sistema en el que no hay representación de los electores ni división de poderes, los dos pilares de la democracia. Para que ambos partidos, que en realidad son el mismo, puedan cometer sus fechorías sin levantar demasiadas sospechas, se han sacado de la manga la división de funciones y votar cada cuatro años. Pero ahí reside el engaño, el timo. Pues ni hay división de poderes ni representación de los electores. Nos han hecho un truco de magia, y el público, tan perplejo como eufórico, aplaude con entusiasmo, deslumbrado por la brillante puesta en escena. Con su aplauso de aprobación, e incluso alabanza, el ilusionista sabe que todo ha salido bien. Con la complicidad del público, la estafa ha sido exitosamente consumada.

Ted permaneció en silencio. Girándose de frente hacia la barra, apuró su cerveza y pidió un whisky. Todos en el bar comentaban y discutían sobre la inesperada dimisión del candidato Hope. Casi nadie en el bar parecía comprender el mensaje del candidato Hope; aunque bastaba la ignorancia para juzgarlo, y por qué no también, para sentenciarlo y condenarlo.

Luego de unos tragos, y a pesar del enredo instalado en su cabeza, Ted parecía no haber perdido el interés por seguir su conversación con Mike.

- Pues que sepas Mike que el alcalde dice que nos representa, que representa a todos los vecinos, que él es un representante del pueblo y para el pueblo. Que es el pueblo quien le ha puesto ahí.
- Mira Ted, quien verdaderamente le ha puesto su pesado culo en el sillón de la Alcaldía no hemos sido ni tú, ni yo, ni nadie de este pueblo. Ha sido su jefe de filas.

Ted miraba a Mike extrañado, esperando que éste diera más detalles.

- Vamos a ver Ted, ¿quién confecciona las listas de los partidos?
- Supongo que los que mandan en ellos, Mike…
- Muy bien, Ted. Sigamos. Si son los jefes de los partidos, y no los ciudadanos, quienes deciden quién va y quién no en las listas… ¿con quién se compromete realmente el elegido? ¿Con quien lo puso en ella o con el ciudadano que la votó?

Iluminándosele el rostro, Ted agarró con fuerza a Mike por el antebrazo.

- Creo que ya lo tengo. Cuando yo le voto a un partido, estoy votando a una lista de candidatos elaborada por los jefes de dicho partido. Quienes resultan elegidos hacen ver que su compromiso es con los votantes, pero a quien realmente se deben es a sus jefes. En lugar de representarme a mí, que les di mi voto, estarán representando a quienes manejan el partido.
- Bingo. Seguimos. Si para que un sistema sea democrático necesita de sus dos pilares fundamentales, la división de poderes y la representación de los electores, tú mismo acabas de darte cuenta de que éste último no se da. ¿Correcto?
- Correctísimo, Mike. Ahora bien, sobre el otro pilar, el de la división de poderes, parece que el poder está ya perfectamente dividido. Tenemos poderes locales, provinciales, regionales y el estatal.
- Querido Ted, de lo que tú hablas es de una delegación de competencias estatales. La división de poderes no se refiere a eso, sino a que el poder Judicial y el Ejecutivo, han de estar separados en origen, han de ser independientes. En nuestra nación, el poder Judicial es dependiente del Ejecutivo. No son los jueces quienes eligen a su propio órgano de poder, sino los partidos políticos; sí, has escuchado bien, son los partidos quienes designan a los jueces. ¿Cómo entonces vamos a tener una Justicia independiente? Tampoco se da, pues, la división de poderes.

And Justice for All?

Lo que Mike le estaba transmitiendo a su amigo nunca tendría eco en los medios de comunicación oficialistas. Tampoco se hablaría de ello en las universidades y los grandes foros de debate. La realidad debía permanecer manipulada, y para ello era necesario mantener la verdad alejada de las masas, de lo cual se encargaban eficientemente el sistema educativo y los medios de comunicación. Quienes, como Mike, se atrevían a acercarse a ella y pensaban por sí mismos, el sistema disponía de la marginación social como mecanismo de castigo; no eran más que ovejas descarriadas, hábilmente etiquetadas como antisistema, inadaptados sociales y otros términos por el estilo.

"Sr. Kane, no prometa algo que luego no pueda cumplir..."

Lo que Mike trataba de explicar a Ted no entrañaba secreto alguno, y estaba al alcance intelectual de cualquiera que estuviese dispuesto a prestar un poco de atención. Era algo que siempre había estado ahí, a la vista de todos. ¿De dónde si no esa permanente sensación ciudadana de distanciamiento con sus políticos? ¿Acaso porque no se sentían representados por ellos? ¿De dónde si no esa permanente frustración ciudadana con el aparato judicial a la hora de enfrentar la corrupción en las altas esferas? ¿Acaso porque eran conscientes de que quien elegía a los jueces podía influir sobre ellos? Sabían que vivían en un sistema putrefacto, pero lo seguían apoyando y renovando cada cuatro años en las urnas.

- Entonces, ¿para qué votamos, Mike?
- Esa pregunta, mi querido amigo, has de respondértela tú mismo.
- Sin representación de los electores y sin división de poderes, no hay democracia, ¿cierto, Mike?
- Cierto.
- Entonces, ¿cómo es posible que nuestro sistema no sea democrático, y tanto yo como tú, como el resto de los ciudadanos de esta nación, podamos expresarnos libremente, decir lo que nos dé la gana?
- En efecto, en nuestra oligarquía de partidos existen el derecho a la libertad de expresión, a la libertad de prensa, el derecho de reunión, de asociación, el derecho a la huelga, etcétera. Pero, ojo, se trata de derechos a título individual y o-tor-ga-dos, no proceden de la libertad de todos. La democracia surge de la libertad colectiva y esa libertad hay que conquistarla. La participación de los Estados Unidos en la II Guerra Mundial sería decisiva para librar a las naciones europeas del nazismo. Quizás por eso en Europa, donde la libertad fue posible gracias a la intervención de una potencia de otro continente, nunca ha arraigado una conciencia verdaderamente democrática. Sólo hay que ver los actuales sistemas políticos a lo largo y ancho de su geografía: ninguno de ellos cuenta con los dos principios básicos de la democracia, la representación y la división de poderes. Los que más se acercan son los de Francia y Reino Unido.
- No sé qué decir Mike, pero me siento como aquel hijo que, después de muchos años creyendo lo contrario, un buen día se entera de que es adoptado.
- La verdad es dura, Ted, ciertamente incómoda, pero gracias a ella irás poco a poco empezando a sentirte libre y a ejercer tu libertad. Comenzarás a despertar, y es probable que dudes, te sientas extraño y quieras volver al estado de letargo en el que crees sentirte más cómodo y feliz. Pero te aseguro que una vez que prenda en tu interior la verdadera sensación de lo que es ser libre, ya no habrá marcha atrás; te convertirás en conquistador de tu libertad, la que te han usurpado, y que ya nadie podrá arrebatarte jamás.

Ted estaba confundido. Pensó que tal vez un whisky doble, o mejor triple, aliviaría la extraña sensación que recorría su cuerpo de la cabeza a los pies. Se percató de que estaban televisando un partido de fútbol, al que se dirigían casi todas las miradas de los inquilinos del bar. Sí, inquilinos, pues muchos de ellos pasaban allí más horas que en sus propias casas, que en sus trabajos; incluso para algunos su trabajo diario consistía precisamente en estar en el bar desde que abría hasta que cerraba.

Please don't go... [Foto: Arnaud Jaegers/Unsplash]

- ¿Y qué se puede hacer, Mike? Quiero decir, ¿qué podemos hacer para que haya una verdadera democracia en nuestra nación?
- El primer paso: no ir a votar. Sí, ya sé que el sistema se ha encargado muy bien de etiquetar a quienes no votan como pasotas, a quienes nada les importa y todo les da igual.

"Usted verá lo que hace, pero, si no vota, después no se queje. Para poder opinar, hay que votar".

¿Para qué vamos a querer expresarnos en las urnas si el resultado está amañado de antemano? En cambio, una gran abstención, como nunca antes la hayan visto, equivaldría a decirles en sus propias narices que rechazamos el sistema que nos han impuesto; sería deslegitimar, quebrar el sistema. El siguiente paso, lo que debió hacerse y no se hizo hace décadas, cuando se produjo la transición del viejo al actual régimen: la ruptura democrática. Es necesario romper con el régimen anterior. En nuestra nación no se rompió con el régimen anterior, sino que se pactó una reforma del mismo. Tras la ruptura democrática, ha de abrirse un período constituyente, donde el pueblo, debidamente representado, elabore una verdadera Constitución, la actual es papel mojado, donde se recojan explícitamente, de manera clara y sin ambigüedades, los pilares democráticos del sistema. La democracia nace de la libertad política colectiva. La oligarquía de partidos, del consenso entre individuos corrompidos. La democracia se expone a la corrupción. La oligarquía de partidos nace de la corrupción.

Aprovechando el descanso del partido de fútbol, los noticieros irrumpieron de nuevo en la pantalla del televisor para repetir lo mismo sobre la renuncia del candidato del PRD. Mike y Ted apuraron el último trago y se marcharon. El resto del personal, completamente ajeno a la conversación entre ambos, completamente ajeno a toda realidad, continuó haciendo lo que mejor sabía hacer. A veces hasta parecían felices y satisfechos de sus vidas; quizás realmente lo eran.

FIN

"No hice promesas en campaña porque hasta hace algunas semanas no tenía esperanza de ser elegido; ahora, sin embargo, tengo algo más que esa esperanza... Haría mis promesas ahora si no estuviera demasiado ocupado en cómo cumplirlas..."

Nota de última hora sobre el candidato Hope: Puede que nunca sepamos los verdaderos motivos que llevaron al candidato Hope a presentar su dimisión. ¿Acaso se dio cuenta de que no podía llevar a los electores un mensaje de falsa esperanza, una vez que la verdadera ya les había sido arrancada de sus corazones hace mucho tiempo?

[Este relato está dedicado a la memoria del maestro pensador Antonio García-Trevijano 'Maverick'.]

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